viernes, julio 07, 2006

LEYENDA DE LOS ACANTILADOS









El mar irlandés muere con furia contra la roca indómita. La espuma se despedaza en mililitros de gotas aturdidas. La piedra parda parece tallada a mano, vaya uno a saber por qué antiguo dios caprichoso. Visto fríamente, no es más que roca, y esta leyenda no son más que palabras contadas por generaciones.
Pero dicen los irlandeses más viejos que los acantilados tienen vida propia.
Cuentan que eran muchos los que querían apoderarse de Eire, y, antes de siquiera poder desembarcar, desaparecían. Todos atribuían esto a algún antiguo conjuro. Cada vez que alguien pretendía ocupar la isla por la fuerza, los acantilados se agigantaban.
Hasta que una noche, cuando la invasión parecía inevitable, y todos estaban dispuestos a dar batalla, de entre medio de la roca, surgió un ejército de hadas y elfos que hicieron desaparecer la flota enemiga, y los estupefactos testigos sintieron un estremecimiento bajo sus plantas.
Los acantilados habían aumentado de tamaño.
Dicen por ahí, que desde hace ya mucho tiempo, nadie piensa en una invasión a Erín, porque son famosas las huestes que habitan sus rocas, tragándose al enemigo y deglutiéndolo en las duras entrañas.
Viviana Álvarez

1 comentario:

Avesdelcielo dijo...

Tus palabras siempre están trepadas a los acantilados, te llaman con sus secretos y te sienten que les perteneces.
Misterio y conjuro de tus ancestros.
MARITA RAGOZZA