dejo mis penas
en el regazo de tus sueños
mis ilusiones
a la vera de tu mirada
me quedo el tiempo detenido
caricia inconclusa
y el vasto eclipse
de una madrugada
©Viviana Álvarez
Porque la poesía es la vida misma, porque somos alma vagando en letras, porque cada gota de agua, al deslizarse, talla un poema. Por la vida, las letras, la poesía...
dejo mis penas
en el regazo de tus sueños
mis ilusiones
a la vera de tu mirada
me quedo el tiempo detenido
caricia inconclusa
y el vasto eclipse
de una madrugada
©Viviana Álvarez
Copulamos palabras
nos apareamos entre paréntesis
y puntos suspensivos
hasta parir un poema
orgásmico
entre sustantivos,
comillas
y la obscena lascivia
del párrafo
inconcluso
©Viviana Álvarez
arrullé aquellas hojas
secas de tu alma
que acunaban otoños
donde vagaba tu triste
mirada
de ayeres inconclusos.
©Viviana Álvarez
Mis orígenes se pierden en los albures de la dicotomía. Olvidados recuerdos, progenie de niñez abstracta, cuando cada día enfrentaba dictámenes y vicios de valor, sin ser escuchada mi voz de rebeldía.
Mis años primeros existen en nebulosas de sueños. Muchos ven hoy la luz de la realización, puesto que mis pies dejaron el anclaje del no por el no; puesto que relegué en bolsas de apatía muchas piedras de la senda antaña.
Siento no tener raíces, nada que me aferre a antepasados, excepto algunas enseñanzas que quedaron en mi frente a fuego y las levanto, como Arturo alguna vez izó su estandarte de dragones.
Por más que hurgue en pliegues de mi alma, no hallo razón para mimetizarme con quienes fueron mi origen. Ni los idos ni los que quedan. Los unos fantasmas, la otra mueca de lo que no supo ser. Y aún así, destila irrealización en cada palabra hacia mí vertida.
Tan sólo y a mi pesar, me resta indiferencia.
©Viviana Álvarez