Distiende manos que arropan años. Mira el camino y las piedras sorteadas. Sabe de renunciamientos y olvidos. Se olvidaron de él, de su paso, de su ser. Pero sigue, ave fénix entre estiércol. Y el camino sigue, también las piedras. Todas en su lugar. Mas su mirada se posa en nuevos horizontes.
Que lo abrazan, lo funden y santifican.