sábado, noviembre 29, 2008

SI...


Si abrazo locura, insanía en versos, salvadora tabla que rescató mi espalda. Si pronuncio alfabetos que sólo mi verbo reconoce. O tejo sueños que todos ignoran (no me importan todos), o galopo quimeras que a veces dan la espalda. Si navego en mares secos, naufrago en playas baldías o dilapido esperanzas a los vientos.
A nadie importa.
En tanto mis alfabetos lleguen a tu playa y reconozcas en ellos mis alondras cansadas, en tanto tus manos junten mis esperanzas y devuelvan vida. Y sea tu mirada remanso a mis quimeras, no interesan fracasos, dolores o soledad.
Si hoy refundo mis fuentes en vos.

©Viviana Álvarez

domingo, noviembre 23, 2008

PAISAJE INTRAMURO


Dejaste sobre la mesa tu filosofía de estaño. Desterraste muros infranqueables y decidiste salir al exterior de tu interior.
Atravesaste agrestes dudas y sendos desiertos. Lastimaste tus ojos con reflejos (des)conocidos y lloraste al amanecer.
Llegado el ocaso, juraste silencio y volviste a vos.

©Viviana Álvarez

ORIGAMI



Entonces vio volar los pájaros de papel que había armado hacía un momento. En bandadas ocuparon el aire de su habitación. Dejó de importarle todo, cuando en alas de ellos, supo que el cielo no terminaba en el dedo índice.


©Viviana Álvarez

viernes, noviembre 07, 2008

ANTIGUAS COSTUMBRES


Dilapidó otoños y sembró mareas. Caminó sobre espinas, se coronó con aguas. Supo de madrugadas en brazos de Plutón, a lomo de sus corceles que le llevaban el espíritu .
Bebió ajenjo hasta saciar su pena y al nacer la anteúltima estrella fue crisálida en espera de redención.

©Viviana Álvarez

CUESTIÓN DE INTERROGANTES


Entonces me pregunto una y otra vez. Desgajo signos en mi mente febril. Entonces acaricio espanto y revuelvo miseria. Sigo por despobladas sendas que conducen, indefectiblemente, hacia el abismo.

Entonces aviento pavura y siembro desconsuelo. Soy entre los ladrillos uno más, que pretende diferenciarse de un resto que no comprende imperfecciones.

Y sigue arrebujándose la pregunta. Que no halla consuelo ni respuesta en las vanas quietudes de la sociedad.

¿Será acaso pecado ser diferente? ¿Será acaso ominosa referencia intentar no ser resto de un mazo que ya no espera la mano que baraje?

©Viviana Álvarez

SILENCIO DE NADA


Entonces resurgieron las áspides que envenenaban tu entraña. Y fueron canto de gárgolas en las profundas cavernas de tu infierno. Imploraste resurrección, te fue negada. Rogaste espinas, te fueron negadas.
Así, errático y promiscuo, vagaste por un mundo que jamás reconoció tu alma.

©Viviana Álvarez

sábado, noviembre 01, 2008

PARTIDA PERDIDA


A veces creía que la vida era incierta fuga de ilusiones en pos de cielos noctámbulos. Otras suponía era una enramada sarmentosa donde los sueños quedaban liados sin llegar a puerto.

Suponía era un péndulo, en cuyo alocado vaivén, iban las horas trayendo quimeras, llevándose melancolía. Más descubrió que no era ni lo uno ni lo otro.

Entonces comprendió que este abanico de vivencias y sentires, esta paleta plena de colores ígneos y tristes grises, era su suerte. Que ahora está echada al azar.

Tachó generala y dio vuelta la página.


©Viviana Álvarez

CERO AL AS



Siempre supo que debía armar las piezas. Encajar cada pentáculo en el lugar correspondiente. Pero no tenía coraje. Hacía tiempo lo había extraviado en noches de ginebra y lujuria.

Sabía que era tarde para cambiar muchas cosas. Intentar poner marco a viejas fotos de su memoria, que se desdibujaban a medida que los años hacían de él un harapo.

También estaba al tanto que ya no podía tomar decisiones, porque pasó de largo la época frente a sus narices. Y la dejó irse con una mueca de asco, porque no importaba el futuro en aquellos momentos.

Aquellos momentos. Cuando todo era vértigo y carreras contra las horas que significaban nada para su metamorfosis.

Nunca tomó conciencia de ella. Nunca importó si iba o venía. Nunca.

Ahora sí. Pero el reloj no devuelve las horas que llevó ni la vida le da más oportunidades, excepto esta que se apretuja en lo que queda sano de su mente.

Esta, mientras un espejo devuelve vastedades, él aprieta el gatillo.

©Viviana Álvarez