miércoles, mayo 24, 2006

COPULAMOS PALABRAS

Copulamos palabras
nos apareamos entre paréntesis
y puntos suspensivos
hasta parir un poema
orgásmico
entre sustantivos,
comillas
y la obscena lascivia
del párrafo
inconcluso

Viviana Álvarez

SALLY O´CONNOR DE DUBLIN


Cuentan en Erín que los elfos son, como todos los seres mágicos, criaturas vehementes. Al igual que las hadas, se conocen diversas categorías. Los elfos oscuros que no son en absoluto amigables, los de los árboles (no necesito explicarte), los knockers, que habitan las profundidades de las minas y cuidan de los mortales que allí trabajan, bendiciendo con algún tesoro a los hombres que los ayudan. No te recomiendo encontrarte con los bloody cap o gorro sangriento, pequeños no muy bellos y con un sugestivo gorro rojo, que se dice tiñen con la sangre de sus víctimas.
Pero no te asustes, no todas las especies son de temer. Los existen de mediana estatura y bellos, con sus orejas en punta, hábiles para la música, poetas, y los más amigables para los humanos. A veces demasiado.
Es famosa en Dublín la historia de Sally O’Connor, una jovencita muy buena y maravillosa persona, que vivía en los lindes de un bosque allá por el siglo dieciocho. Ten presente que no a todo el mundo se le presentan o les dirigen siquiera la mirada estos seres.
Sally solía pasear por los endrinos, cantando tonadas que le había enseñado su abuela, quién a su vez las aprendió de su abuela, quién a su vez las recibió de la suya, y seguiríamos así hasta llegar a los primeros habitantes de la isla. Su voz no era para nada melodiosa, pero su corazón era transparente como el cielo sobre los acantilados.
Cuentan que los paseos de Sally eran diarios y que pasaba horas en los bosques, cantando, juntando flores, recostada en el pasto, jugando con los mirlos, soñando. Una de esas tardes, cuando el sol se ponía, una silueta se dibujo a contraluz. Largos cabellos, medianamente alta, parecía un príncipe.
Grata fue su sorpresa, cuando reconoció a un elfo, que la contemplaba extasiado, maravillado y perdidamente enamorado. Lughnashdin, tal era su nombre, se arrodilló ante ella y tomándole las manos dulcemente, le pidió que fuera su esposa. Sallly no dudó, pues también estaba maravillada y perdidamente enamorada de él.
La historia fue cantada por los bardos y hoy tiene una tierna canción que dice que vivieron en el bosque dorado, que tuvieron dos preciosos hijos, mitad elfos mitad humanos y que Sally sigue entonado las canciones aprendidas de su abuela, cuando sale a pasear junto a su familia.

Viviana Álvarez

BITÁCORA DE VIDA


Atravesó el páramo sin rumbo fijo. Se dirigía a ninguna parte y a todas. La brújula había dejado de funcionar hacía tiempo.
Inciertas aspiraciones surgieron entonces. Hubiera sido alguien de renombre. Hubiera formado familia. Hubiera expresado sentimientos.
Todo quedaba en el limbo de lo no realizado. En la larga lista de pendientes.
Pero no quedaba tiempo.
Todo era borroso. Un mar obstruía su visión. Le pesaba el corazón.
Ya no había nada que hacer.
Excepto ir irremisiblemente hacia el filo del más allá.
Viviana Álvarez

jueves, mayo 18, 2006

ALETEA EL DOLOR

ALUMBRAMIENTO



Una luna (ajena), se suicida en un cielo dracónico. Silentes estrellas conjugan sombras. Gira enloquecido el carrusel de claroscuros que todo gobierna.
Y las almas se entrelazan,
copulan y alumbran nuevas pasiones.
Viviana Álvarez

LA VOZ DIJO

La voz dijo:
“Gozad de los dones con que
habéis sido dotados”

Los cielos temblaron en índigos otoñales. Densa negrura cubrió el llano de almas crucificadas. Nadie lloró, sólo rezos. Delgados susurros de gargantas oprimidas. El pánico trepó desde la simiente hasta las frías inmoralidades. Una vastedad de maldades recurrentes, atenazó el lugar. Sombría procesión, desvariante de cordura y ansias. Cada cuál con alforjas sin sol. Con esperanzas sembradas en surcos agotados. Esqueletos dando batalla a malogradas ilusiones.
Luces oscuras sobre diáfanos pesares, acalló el día antes de ahora.
Ahora...
“Gozad de los dones con que habéis sido dotados”...
Fantasmal llega la premisa. Turbio designio lanzado en el páramo de un alma vacía.

Demasiado tarde.