domingo, abril 30, 2006

SOBRE LA PRESENCIA DEL DIABLO EN LA TIERRA


El diablo se apersonó en la Tierra con un séquito de infieles. Se mezcló entre los mortales con el fin de estudiar de cerca sus costumbres. Solía vérselo en un antiguo bar de la calle Defensa tomando whisky hasta el hartazgo. Aclaremos en este punto que la ebriedad fue una de las costumbres aprehendidas.
A menudo salía con su tropa, unos diez o quince tipos (porque habían adquirido forma humana) sombríos y delgaduchos. Cuando andaban en patota, se envalentonaban, entonces buscaban gresca. Iban a los boliches de onda y sembraban discordia entre la muchachada. Cuando estaban al borde de las trompadas, desaparecían entre sarcásticas carcajadas.
Muchas veces se lo vio solitario por Corrientes, buscando algún prostíbulo donde saciar sus apetitos. Los humanos y los propios.
Pero no tenía suerte.
Hasta las putas se daban cuenta que era mal bicho y no querían atenderlo. Era cuando usaba sus argucias seduciéndolas con palabrejas encantadoras y promesas de futuro, que las pobres se creían a rajatabla. De más está decir, que una vez realizada la cópula, el fulano se borraba e intentaba por otros barrios.
A veces se convertía en aire y entraba por la boca de alguien que andaba papando moscas. Así estudiaba el interior de las gentes.
No podemos negar que era ingenioso.
Un día se le ocurrió mezclarse entre los oficinistas de Florida en hora pico. Los persiguió, trató de charlar con alguno que otro. Pero nadie lo registró. Claro, andaban como locos. Corriendo para depositar en los bancos, llegar a la compañía de seguros, otros que se les había hecho tarde.
Aquello era un pandemonium. El pobre demonio, trastabilló y dio con los cuernos contra el piso, donde tacones de señoras y señores, lo usaron de alfombra.
Cuentan los infieles que el sobre donde lo despacharon, pasó por debajo de las puertas del averno.

Viviana Álvarez

1 comentario:

Avesdelcielo dijo...

Imaginación ,moraleja y chispa en esta fábula , donde el diablo se parece a muchos de los humanos que poblamos el planeta.
MARITA RAGOZZA