lunes, octubre 20, 2008

REVERDECER (POEMAS A ELLA)


I

silencia una mueca
y se abate liviana

intenta futuro
redime pasado

ella, la renacida
ignora qué sino
sellará su alba


II

feneció espejos
renació desidias

transitó avernos
sembró fanales

más aún no halla
brisa a su espectro


III

afina salmos
de arcaicas memorias

ella, la renacida
desteje grafías
y puebla esteros


IV

sabe de lágrimas
en pesados maderos

es sólo fantasma
de antiguas solitudes


V

revive en ocasos
y fútiles esperas

camina a tientas
por sangrantes aguas

ella, que inmoló memoria
recuerda silencio
y cree bendiciones


VI

es cuando susurra
inquietantes verbos

cuando murmura
sortilegios

eleva sordinas
y muere sus alas

VII

falenas de inciertos
la pueblan entonces

ella, que espera milagros
aquieta lunas
y muerde ruinas


©Viviana Álvarez

VOLVER A CASA


Abrió el viejo libro, derrapó en sus imágenes. Pasaron frente a él dibujos conocidos que lo nombraban.
Fue cuando debió regresar.

©Viviana Álvarez

FALTA ENVIDO


Echó las cartas al fuego y con ellas sus designios. Mientras reyes y espadas ardían, sus deseos trocaban ases por miedos. Y en el intricado devenir de fuego, asumió su destino y también se fundió en la hoguera.

©Viviana Álvarez

domingo, octubre 05, 2008

sentencia mi piel


sentencia mi piel
vicios postergados
me sumo en tormentos
no hallo salida
si tu mano no rescata
mi abandono


©Viviana Álvarez

UN CAMBIO DE ACTITUD


Callaron los ángeles que antes habían sido nenúfares, fueron astillas en su desgajado espíritu que ya no recordaba ceremonias. Excepto una.
Se aquietaron las aguas que purificaron sus plantas hasta hacía un rato. Fueron hielo en su sentir más profundo. Y comenzó otra existencia.
Sin afectos, sin lozanía, sin siquiera una brizna que acariciara su nada.

©Viviana Álvarez

REFLEJOS DEL ABSURDO


Escondiste tempestades en muros, supliste distancia con olvido. Arrojaste piedras a un lago que vació aguas en tu reflejo. Fuiste recuerdo de quienes no te nombraron y cuando los cuencos vaciaron fluidos, llegaron lobos a tus entrañas.
Y así se te instaló la noche.


©Viviana Álvarez