
¿Qué de mis huesos si hubiera olvidado mi nombre? ¿Dónde vagaría mi oquedad si las ventanas hubieran cerrado postigos? ¿Qué de mis parónimos si los libros no existieran?
Acaso talle hojas de molde y refranes en paredes que dejaron de mirarme. Quiera el sino, tal vez, que mi nombre se pegue a devaneos del camino y ruede por pendientes escabrosas.
Bienvenido el azar de esa fortuna.
Pues al morder fango y transitar oscuridad, vuelvo fortalecida. Y resuena entonces la propia voz con el propio nombre más afanoso. Y el lodo deviene en ópalo que me sostiene ante diluvios.
Y troca la oscuridad en luz e inunda los resquicios donde antes moraban fantasmas.
Que parten ante el fénix renaciente.
©Viviana Álvarez
Acaso talle hojas de molde y refranes en paredes que dejaron de mirarme. Quiera el sino, tal vez, que mi nombre se pegue a devaneos del camino y ruede por pendientes escabrosas.
Bienvenido el azar de esa fortuna.
Pues al morder fango y transitar oscuridad, vuelvo fortalecida. Y resuena entonces la propia voz con el propio nombre más afanoso. Y el lodo deviene en ópalo que me sostiene ante diluvios.
Y troca la oscuridad en luz e inunda los resquicios donde antes moraban fantasmas.
Que parten ante el fénix renaciente.
©Viviana Álvarez