domingo, enero 18, 2009

DE CUANDO EL OLVIDO NO PUEDE.



Archivó a buen resguardo los dones recibidos. Pretendió ignorarlos en noches ebrias, cuando deambulaba por el mundo con sus pecados a cuestas.

Al interrogarlo sobre sus antiguas dotes, esgrimía excusas copiadas de novelas leídas de niño. Se escapaba por tangentes dudosas, para llegar al punto de partida.

Desconocía el motivo del hecho. Simulaba no darle importancia, más extrañaba aquello heredado de vaya a saber qué ancestro.

Este estado duró varias lunas. Y giró el universo y a cada giro, se impacientaba.

Adormecido en aquella mezcla de extrañez y olvido, se le presentó su maestro y lo llevó hasta su origen.

Desde esa noche, volvió a su misterioso halo, a su mística soledad, a beber sangre de la mano del olvido.

©Viviana Álvarez

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