viernes, noviembre 07, 2008

SILENCIO DE NADA


Entonces resurgieron las áspides que envenenaban tu entraña. Y fueron canto de gárgolas en las profundas cavernas de tu infierno. Imploraste resurrección, te fue negada. Rogaste espinas, te fueron negadas.
Así, errático y promiscuo, vagaste por un mundo que jamás reconoció tu alma.

©Viviana Álvarez

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